Día 20: Romanos 3
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Antecedentes útiles:
En Romanos 3, Pablo declara que todas las personas, tanto judíos como gentiles, están bajo el poder del pecado y son incapaces de alcanzar la justicia por sí mismos. Enfatiza que «no hay justo, ni aun uno» (v. 10), citando el Antiguo Testamento para mostrar la necesidad universal de la gracia de Dios. A pesar de tener la ley, ni siquiera los judíos están exentos de culpa, ya que la ley expone el pecado en lugar de justificar.
Pablo revela que la justicia de Dios está ahora disponible aparte de la ley y se concede a todos los que creen en Jesucristo (v. 22). El sacrificio expiatorio de Jesús, descrito como «propiciación por su sangre» (v. 25), satisface la justicia de Dios y ofrece gratuitamente la justificación a todo aquel que responda con fe. En resumen, este pasaje pone de relieve la enfermedad espiritual de todas las personas y la oferta de sanación mediante la fe en Jesús.
Preguntas para reflexionar:
¿Por qué es importante reconocer que todos, incluidos nosotros mismos, necesitamos la gracia de Dios? ¿Cómo influye esto en nuestra manera de ver a los demás?
Romanos 3:20 dice que la ley nos muestra nuestro pecado, y Jesús dijo que vino a sanar a los enfermos espirituales. ¿Por qué es esencial reconocer nuestro pecado para experimentar la sanación que Jesús proporciona?
Romanos 3:27 pregunta: «¿Dónde, pues, está la jactancia?». ¿De qué manera el saber que nuestra salud espiritual proviene de Jesús afecta la forma en que tratamos a quienes aún no lo conocen?